lunes, 30 de julio de 2012

El espia que sabia demasiado

La acción se centra en las tensiones surgidas en el servicio de inteligencia británico, horadado desde la cúpula por un traidor que hace trabajos para los rusos. Eso ha llevado a la salida de Control (John Hurt), quien sospechaba de los cinco hombres que le rodeaban: Percy Alleline "Tinker" (Toby Jones), Bill Haydon "Tailor" (Colin Firth), Roy Bland "Soldier" (Ciaran Hinds), Toby Esterhase "Poor Man" (David Dencik) y George Smiley "Beggarman" (Gary Oldman). Este último es su mano derecha, a quien exonera de las culpas llevándoselo cuando sale del servicio. Precisamente es a él a quien recurren para resolver el problema.
El espía que sabía demasiado adapta la novela de John Le Carré y se ubica en los años setenta, época de asperezas políticas
motivadas por la Guerra Fría, entonces en pleno. El realizador Tomas Alfredson urde un relato fílmico de voces múltiples tomando como guía a Smiley, quien va armando el rompecabezas cuyo punto central está en el fallido caso de Hungría.
Las tensiones que crea Alfredson, apoyado en sus guionistas Bridget O'Connor y Peter Straughan, le deben más al thriller psicológico que a lo que actualmente se entiende por película de espías. Digamos que eso que solía llamarse intriga, donde la tensión está asociada más a un ambiente que a una situación. Las resoluciones son efectivas: Alfredson recurre a un diálogo apabullante (una razón por la que quizá Oldman esté nominado al Oscar como mejor actor) para dar el elemento clave del encuentro entre Smiley y Karla (el jefe ruso), ocurrido años atrás, en el que el espía británico manifiesta sus debilidades, o a la acción llana y brutal en la historia del espía Ricki Tarr (Tom Hardy) y su contraparte rusa. Ambas situaciones son, con todo y el contraste con que son abordadas, símiles: partes de una conspiración que aprovecha cualquier rescoldo para fraguarse.

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